
Del Escritorio de Nuestro Párroco
Querida familia:
Jesús nos dice que “oremos siempre”. ¿Cómo puede alguien orar “siempre”? Al menos, tenemos que dormir o nos cansaremos. Tenemos que trabajar. Tenemos que comer. ¿Cómo podemos “orar siempre”? El hecho de que lo que Jesús dice parezca imposible debería indicarnos que está intentando que pensemos de manera diferente sobre lo que significa orar, y por supuesto “orar siempre”.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos cuenta una parábola sobre una viuda que le pidió al juez, “Hazme justicia contra mi adversario”. Se nos dice que al juez no le importa lo que piensen los demás y hace lo que quiere. La mujer le pide continuamente una “decisión justa”. Finalmente, gracias a su persistencia, el juez finalmente le concede lo que quiere.
Al escuchar esta parábola de Jesús, podría parecer que la lección es que todo lo que tenemos que hacer para obtener lo que queremos en la oración es seguir pidiendo. Si molestamos a Dios lo suficiente, Él nos dará lo que queremos. Pero esa suposición es errónea. Primero que nada, debemos considerar qué pedía la mujer. Ella no le dice al juez qué decisión tomar. En nuestras oraciones, a menudo le decimos a Dios cómo queremos que resuelva nuestros problemas. Lo que la mujer pide es que el juez “dé una decisión justa”.
Dios quiere que le presentemos nuestros problemas y sufrimientos en oración. Sin embargo, debemos reflexionar sobre nuestro objetivo al presentarle nuestros problemas en oración. ¿Queremos cambiar a Dios para que haga lo que queremos o estamos dispuestos a permitir que Dios nos cambie a través de la oración? Por ejemplo, tal vez Dios quiera ayudarnos a reorientar nuestra vida en torno a nuestros problemas. Dios no nos cambia de repente, o al menos nosotros generalmente no lo permitimos. Necesitamos ser persistentes en la oración para regresar a Dios continuamente.
Así pues, hay una pequeña lección sobre la persistencia y la apertura en la oración. Sin embargo, hasta ahora no hemos abordado el cómo parece imposible "orar siempre". La primera lectura también habla de orar siempre. Dios había sacado a los israelitas de Egipto al desierto. Fueron liberados de la esclavitud, pero la vida aún tenía sus batallas. Estaban bajo ataque. Josué lidera la batalla física, pero el punto hoy no es la batalla física en sí. Ellos ganaron la batalla física, pero ¿cómo? Mediante la oración. Josué lidera la batalla física, pero la victoria llega a través de Dios y el poder de la oración.
Mientras la batalla continúa, Moisés está en la colina. Sin embargo, no es solo un espectador, desempeña un papel vital. Está orando. No se nos dice qué palabras dice en oración. Se nos dice su postura al orar. Está de pie con las manos en alto, la misma postura que adopta el sacerdote en la misa para algunas oraciones, incluida la Plegaria Eucarística. Sin embargo, a medida que la batalla continúa, Moisés se cansa, así que baja los brazos. Cuando esto sucede, la batalla cambia y los israelitas comienzan a perder. Ahora bien, la lección aquí es la perseverancia en la oración. Sin embargo, eso no significa que debamos mantener las manos en alto todo el tiempo como lo hizo Moisés durante la batalla, sino que estamos llamados a seguir entregando nuestro corazón y alma a Dios.
A veces, como Moisés, puede ser difícil seguir orando solo. Moisés necesitaba el apoyo de Aarón y Hur en la oración. A veces necesitamos el apoyo de otros en la oración. A veces debemos ser nosotros quienes apoyemos a otros con la oración. Dios “no se adormece ni duerme”. Dios está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para escuchar y responder a nuestras oraciones. Sin embargo, ¿qué significa orar?
La oración implica nuestra postura, ya sea levantando las manos como Moisés, alzando la mirada a Dios como escuchamos en el salmo o arrodillándonos en humilde rendición. La oración puede incluir la lectura de la Biblia, las “Sagradas Escrituras” que, según nos recuerda Pablo, son “inspiradas por Dios y útiles para enseñar, para refutar, para corregir y para instruir en la justicia”. La oración implica palabras. Puede ser una oración memorizada como el Padrenuestro, el Rosario, la Liturgia de las Horas o cualquier otra devoción que prefiramos. La oración también puede ser decirle a Dios cuáles son las batallas qué estamos luchando. Sin embargo, esto no debe ser solo una lista de nuestras exigencias. Oramos con palabras y gestos; la oración está arraigada en nuestro corazón y alma. La oración se basa, en última instancia, en nuestra relación con Dios. "Orar siempre" es precisamente eso: mantenernos siempre arraigados en Dios.
¿Qué se necesita para mantenernos arraigados en Dios? Una hora a la semana en Misa es esencial, pero ¿cómo nos mantenemos en actitud de oración durante toda la semana? Aquí quiero referirme a la vida de los monjes y monjas en los Monasterios y Conventos. Rezan mucho. Mencioné antes la Liturgia de las Horas. Rezan los salmos y escuchan las Escrituras hasta siete veces al día. Los monjes y monjas rezan siete veces a lo largo del día. Comienzan con las Vigilias a las 3:30 am y terminan con Completas a las 7:30 pm. También tienen momentos del día reservados para la Lectio Divina, una forma de oración basada en la lectura de las Escrituras.
Incluso los monjes y monjas en los Monasterios y Conventos no rezan con palabras y gestos todo el tiempo. Todos tienen tareas asignadas cada mañana y tarde para apoyar la vida en el monasterio y convento. Aun así, se podría decir que la oración es fácil para los monjes y monjas, ya que no tienen todos los compromisos que tenemos con el trabajo y la familia. No espero que todos aquí recen los siete ciclos de la Liturgia de las Horas, pero tal vez podríamos rezar uno. Quizás podríamos dedicar unos minutos a leer la Biblia con oración. Quizás sea rezar el Rosario. Quizás sea simplemente detenernos ocasionalmente durante el día para pedirle a Dios con unas pocas palabras que esté con ustedes. Quizás sea simplemente comprometernos con una Hora Santa en la Capilla del Santísimo Sacramento de nuestra parroquia. Los animo a ser persistentes en la oración, y Dios les hará saber que siempre está con nosotros.
Estamos en octubre, que también es el Mes del Respeto a la Vida. La Iglesia Católica en Estados Unidos reconoce octubre como tal desde 1973. Esta es otra oportunidad para orar y reflexionar sobre el valor de cada vida humana. También es la oportunidad de orar por todos esos bebés inocentes que no tuvieron la oportunidad de nacer, y por sus madres y padres. Igualmente, debemos orar por quienes no pueden embarazarse fácilmente y buscan desesperadamente tener un hijo; por quienes padecen enfermedades terminales y por los enfermos en general; por los niños y adolescentes de esta comunidad de fe y por sus padres; finalmente, debemos orar también por nosotros mismos, para fortalecer nuestra fe y entregarnos a la voluntad de Dios, quien sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros. En definitiva, oremos para que seamos ¡Un Cuerpo, Un Espíritu, Una Familia!
Santísima Virgen María, Santa Catalina Drexel, Santa Teresa de Ávila, San Miguel Arcángel, Papa San Pío X, San Chárbel y San José Gregorio Hernández, rueguen por nosotros.
¡Suyo en Cristo Jesús!
Padre Omar